14 de marzo de 2013

Consumismo

Artículo: CONSUMISMO

Por: Verónica Gómez Arroyo

El consumismo hoy domina la economía mundial, ya que se consume más de lo que se necesita, y para poder satisfacer esta demanda, se utilizan más recursos en menos tiempo del que la naturaleza puede regenerarlos. Esto quiere decir que el consumo compulsivo de bienes es la principal causa de degradación ambiental.
Hoy en día, mundialmente existen 1.700 millones de consumidores y 2.800 millones de pobres.
En el mundo la sociedad de consumo la integran 1.728 millones de personas, el 28% de la población mundial: 242 millones viven en Estados Unidos (el 84% de su población), 349 millones en Europa Occidental (el 89% de la población), 120 millones en Japón (95%) y sólo 34 millones en el África subsahariana (el 5% de la población). En total en los países industrializados viven 816 millones de consumidores (el 80% de la población) y 912 millones en los países en desarrollo (sólo el 17% de la población del Tercer mundo).

El estadounidense medio consume cada año 331 kilos de papel, mientras que en India usan 4 kilos y en gran parte de África menos de 1 kilo. El 15% de la
población de los países industrializados consume el 61% del aluminio, el 60% del plomo, el 59% del cobre y el 49% del acero. Cifras similares podrían repetirse para todo tipo de bienes y servicios.
Estos números resultan alarmantes, si consideramos el tiempo en que la naturaleza tarda en regenerar dichos recursos. Ya que… nos estamos consumiendo todo lo que se interpone en nuestro camino, para usar bienes y servicios que no necesitamos.
Lo peor de este asunto es que el consumo no nos hace más felices. Ya que según los estudios realizados por la ONU en el 2002 revelan que 154 millones de personas en el mundo sufren de depresión, tan es así que hoy en día la depresión es una de las principales causas de discapacidad a nivel mundial.
Esto quiere decir que el consumo desmedido no nos ha satisfecho a nivel emocional. Lo que podría deberse a que para consumir en exceso se debe trabajar en exceso y el poco ocio que se llega a tener, debe gastarse dentro de su automóvil o delante del televisor. Las personas cada vez se ven más atrapadas en una espiral de consumo, endeudamiento para consumir y trabajar para pagar un endeudamiento mayor. Lo que somete a la población en un constante estado de estrés, que puede terminar en depresión.
Y todo esto… ¿para qué? Si el consumismo acaba con nuestro planeta, y no nos brinda ni alegría ni felicidad, sino nos lleva a hipotecar nuestro futuro… ¿Por qué no optar por el consumo justo?
La decisión se encuentra en cada uno de nosotros, cuando elegimos no comprar un nuevo celular sólo porque acaba de salir al mercado, cuando nos damos cuenta que la cantidad de artículos en nuestro closet no nos hará ni mejores ni peores personas, cuando optamos por reutilizar lo que aún sirve, o simplemente cuando hacemos un balance entre nuestro consumo y nuestras necesidades reales.
 
Nos vemos en la próxima…

¿Por qué mentimos?


Por Psic. Laura Cordero Contreras

 


El mentir es, sin duda, un elemento intrínseco de la naturaleza humana. Es algo que va unido a la autoestima, descubrimos que en cuanto la gente siente que su autoestima está amenazada, comienzan a mentir a un nivel mayor.

Mitomanía, mentira patológica o pseudología fantástica son tres de los varios términos aplicados por los psiquiatras para nombrar el comportamiento de los mentirosos compulsivos o habituales. La mitomanía fue descrita por primera vez en la literatura médica en 1891 por Anton Delbrueck. A pesar de que es un tema controvertido, la mentira patológica se ha definido como una invención intencional y demostrable de acontecimientos muy poco probables y fácilmente refutables.

No todas las mentiras son dañinas. De hecho, algunas veces mentir es la mejor estrategia para proteger nuestra intimidad de la maldad de otros, comentan algunos investigadores. Otras mentiras, como la fanfarronería o las realizadas en nombre de la cortesía y la amabilidad, pueden clasificarse como menos serias. Pero las mentiras descaradas (tanto si implican no contar toda la verdad, o añadir datos falsos) son peligrosas, ya que corroen la confianza y la intimidad de la sociedad.

Los hombres no mienten más que las mujeres, pero tienden a mentir para sentirse mejor con ellos mismos, mientras que las mujeres tienen más propensión a mentir para hacer que otras personas se sientan mejor, los extrovertidos tienden a mentir más que los introvertidos; queremos parecer mejores cuando estamos en compañía de otros (especialmente de la gente que nos importa) y también queremos proteger nuestra autoestima.

La gente está tan dispuesta a mentirle a alguien que conoce, incluso acerca de pequeñas cosas, como el precio de un bien; prenda ó comportamiento pero, la pregunta es: ¿por qué mentimos? Y su respuesta es: porque funciona. Los Homo sapiens que fueron mejores para mentir obtuvieron ventaja sobre otros en la implacable lucha para el éxito reproductivo. Como humanos, debemos acoplarnos a un sistema social determinado para alcanzar el éxito, y nuestra mejor arma es destacar, diferenciarnos; mentir ayuda en esa tarea. Y mentirnos a nosotros mismos —un talento construido por nuestra mente— nos ayuda a aceptar este comportamiento fraudulento.

 

¿Como podemos identificar la mentira o a una personas que miente?


1. Gran habilidad para mentir y saltarse las confrontaciones de la verdad. A veces te quedas boquiabierto de la forma y naturalidad en que mienten. Muestran una gran seguridad en si mismos haciéndote quedar mal cuando sospechas de ellos al punto de sentirse irritados y amenazantes cuando los confrontas.

2. Presentan desordenes mentales sobre la adicción a algún vicio que puede ser sexo, alcoholismo, tabaco, drogas, etc. Son personas muy seductoras y manipuladoras que consiguen lo que buscan. Tienen adicción a lo sexual y erótico.

3. Baja autoestima y desorden en identidad y personalidad. Nunca les sacia lo que consiguen y quieren mas para ser reconocidos ante la sociedad. En su familia se excluyen, se sienten menos amadas (os), diferentes a los demás. Sufren mucho, lloran mucho a veces de verdad y a veces también lo hacen para manipular.

4. Son personas que la mayor parte del tiempo quieren estar solas. Se encierran en su mundo de soledad. Tienen pocos amigos y son de cierta forma posesivas y celosas.

 

El filósofo David Livingstone Smith, Director del Instituto de Ciencias Cognitivas y Psicología Evolutiva de la Universidad de Nueva Inglaterra (EE.UU.) y escritor del libro ¿Por qué mentimos?: las raíces evolutivas de la mentira y del inconsciente. Mentir es ventajoso, por eso la evolución, que selecciona rasgos que son ventajosos para los individuos, la ha integrado en la naturaleza humana. “Mentimos de forma espontánea, de igual manera que respiramos o sudamos”, Se estima que cada día oímos o leemos más de 200 mentiras. La mentira se encuentra en todo el reino natural.

Mentir es una habilidad que crece en lo más profundo de nosotros, y que utilizamos con regularidad. Como escribió el escritor estadounidense Mark Twain hace más de un siglo: «Todo el mundo miente, todos los días, a cada hora, dormido, despierto, en sus sueños, en su alegría, en su duelo. Aun con la boca cerrada, sus manos, sus pies, sus ojos y su actitud se convertirán en una mentira».

Las personas deberían preocuparse más del grado de extensión al que tienden a la hora de mentir y que la honestidad produce relaciones más genuinas y confiables… Ya lo dice el viejo adagio: "la honestidad es la mejor política" o bien recordemos ese refrán tan nombrado por las sabias abuelas “la mentira tiene piernas cortas porque al final la verdad las alcanza”.

 

Nos vemos en la próxima…