Ay el noviazgo! Sin duda es una de las mejores experiencias, pero… ¿todos lo vivimos igual?
El noviazgo es la primera aproximación a otra persona que está determinada por el afecto y es fruto de la propia elección. Esta elección responde a las necesidades de unirnos con quien se nos parece en cuestión de gustos o formas de ver la vida, o con quien podemos compartir. En el noviazgo sentimos con fuerza el amor, comenzamos a expresar este sentimiento por medio de conversaciones, cartas, besos, palabras, caricias y a veces relaciones sexuales que pueden llegar al coito.
Ciertamente, la intensidad de los sentimientos y emociones que tenemos es normal y maravillosa, tenemos derecho a vivir estas sensaciones y también debemos aprender a seleccionar a las personas con las cuales compartir este aspecto tan importante de nuestra vida. Aprendemos a conquistar, buscando la forma de hacernos más atractivos, de tener detalles, expresarle a la otra persona ternura, afecto, compartir gustos y actividades, hay conocimiento, amor y deseo mutuo. Cuando nos enamoramos, nos sentimos vulnerables y así como sentimos felicidad cuando nos corresponden, nos sentimos muy desdichados cuando “sufrimos” por amor.
Cuando tenemos novio o novia, deseamos compartir todo con esa persona: el tiempo libre y el no libre, la vida social, las fiestas y reuniones, y el compromiso está basado en los sentimientos mutuos.
Estas primeras experiencias determinan la forma de relacionarnos afectivamente por el resto de nuestra vida. Si empiezas siendo víctima, siempre los serás y si es haciendo daño, podrías quedarte muy solo.
En la adolescencia es normal que sea difícil distinguir el verdadero concepto de pareja y amor, ensayamos con varias personas relaciones de diversa intensidad y compromiso, desde amigos, frees, amigos con derechos, novios, etc. Pero conforme vamos creciendo, este tipo de relaciones se van volviendo un poco más formales.
Como puedes ver, es muy similar lo que sentimos la mayoría de nosotros durante el noviazgo, disfrutamos y vivimos al máximo las sensaciones que nos provoca, y muchas veces también lo sufrimos. Pero algo si debe quedarnos muy claro: sea como sea, y sin importar nuestra edad, sexo, preferencia sexual o intensidad de nuestra relación… ¡siempre habrá alguien por quien valga la pena estar enamorado!