4 de agosto de 2009

Tengamos el sexo en paz...

Quizá de pronto pudiéramos pensar en un sinfín de situaciones en las cuales podría aplicarse esta pequeña frase…sin embargo, ubiquémonos en un aspecto de nuestra vida que es fundamental: cuando decidimos iniciar una vida sexual activa, muchas veces dejamos de considerar métodos que pudieran protegernos y porque no, evitarnos estar en apuros en algún momento…consideremos el ejercicio de nuestra sexualidad y la forma de procurarnos a nosotros mismos y a la pareja haciendo uso de métodos anticonceptivos que nos ayuden a prevenir/ contraer alguna infección de transmisión sexual (ITS) o evitar un embarazo no planeado/deseado, finalmente si sucediera significaría modificar o atrasar algunas metas viéndose impedido porque adquirimos una “responsabilidad a destiempo”, teniendo que concluirlas en un tiempo mayor a lo previsto, decimos esto ya que en algún momento de nuestra vida pensamos en formar una familia y las condiciones en las cuales llegan a veces resultan poco adecuadas para nosotros, el hecho de tener un hijo debería de ser una decisión, y así como hay personas que quieren tener sólo uno, sólo dos o más, también están quienes eligen directamente no tenerlos…resulta entonces, que el momento para decidir ser padres es tan variable en cada persona y en cada pareja: esperar a tener una relación estable, un título universitario o de postgrado, una estabilidad económica, emocional, un buen puesto o sólo un trabajo, y tantos otros motivos que pudieran aparecer de pronto.
El decidir tener un hijo implica numerosos cambios en la vida de los futuros padres desde el aspecto biológico, psicológico y social-adquiriendo nuevos roles y dejando atrás otros. Sin duda alguna, la reproducción forma parte de nuestra sexualidad y desarrollo como individuos, por ello resulta importante definir los tiempos y formas en los cuales una decisión resultaría la más adecuada en cierta etapa de nuestra vida.

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