Quizá de pronto pudiéramos pensar en un sinfín de situaciones en las cuales podría aplicarse esta pequeña frase…sin embargo, ubiquémonos en un aspecto de nuestra vida que es fundamental: cuando decidimos iniciar una vida sexual activa, muchas veces dejamos de considerar métodos que pudieran protegernos y porque no, evitarnos estar en apuros en algún momento…consideremos el ejercicio de nuestra sexualidad y la forma de procurarnos a nosotros mismos y a la pareja haciendo uso de métodos anticonceptivos que nos ayuden a prevenir/ contraer alguna infección de transmisión sexual (ITS) o evitar un embarazo no planeado/deseado, finalmente si sucediera significaría modificar o atrasar algunas metas viéndose impedido porque adquirimos una “responsabilidad a destiempo”, teniendo que concluirlas en un tiempo mayor a lo previsto, decimos esto ya que en algún momento de nuestra vida pensamos en formar una familia y las condiciones en las cuales llegan a veces resultan poco adecuadas para nosotros, el hecho de tener un hijo debería de ser una decisión, y así como hay personas que quieren tener sólo uno, sólo dos o más, también están quienes eligen directamente no tenerlos…resulta entonces, que el momento para decidir ser padres es tan variable en cada persona y en cada pareja: esperar a tener una relación estable, un título universitario o de postgrado, una estabilidad económica, emocional, un buen puesto o sólo un trabajo, y tantos otros motivos que pudieran aparecer de pronto.
El decidir tener un hijo implica numerosos cambios en la vida de los futuros padres desde el aspecto biológico, psicológico y social-adquiriendo nuevos roles y dejando atrás otros. Sin duda alguna, la reproducción forma parte de nuestra sexualidad y desarrollo como individuos, por ello resulta importante definir los tiempos y formas en los cuales una decisión resultaría la más adecuada en cierta etapa de nuestra vida.
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