Una serie de hábitos y
comportamientos que adoptamos se convierten en agentes que menoscaban nuestra
salud y nuestro equilibrio.
El peso de las quejas
Muchas personas han
convertido en hábito el hecho de quejarse por... prácticamente de todo.
Cualquier razón o pretexto es suficiente para proferir la queja o el grado de
insatisfacción ante algo o alguien. El desenlace de esta cadena de quejas es
que acabamos, inconscientemente, centrando una gran parte de nuestra energía en
localizar nuestro siguiente motivo de queja, algo que nos reporta pocas
satisfacciones, lógicamente.
La desorganización
Así es. El desorden continuo obstaculiza tu
equilibrio, ya que el caos de tu hogar te obligará, por una parte, a invertir
un precioso tiempo buscando aquello que deseas localizar y, por otro, tu
cerebro permanecerá en un estado de incertidumbre todo el tiempo. Esta
desorganización implicará un cansancio extra cuando llegue el final del día.
Otra pizca de energía que se nos va sin darnos cuenta. De ahí que sea
recomendable que nuestro hogar esté limpio y ordenado para que todo fluya con
facilidad.
Preocuparse sin motivo
Adelantarse a los acontecimientos y añadir todo
el abanico de posibilidades o consecuencias que nos puede dar una situación
solo añade estrés y ansiedad completamente innecesarios. Cuando algo no ha
sucedido todavía no tenemos por qué gastar tanta energía en preocuparnos,
puesto que es probable que esos efectos
negativos finalmente no ocurran o no salgan como nosotros pensamos. Lo mejor,
es centrarse en lo que sucede en el momento y enfrentarse a esas consecuencias
cuando lleguen -si es que finalmente llegan-.
No dejes para mañana...
Lo que puedas hacer hoy. El refrán popular
viene como anillo al dedo para asociar otro de los agentes que más energía nos
roban cada día. Así, aplazar tareas pendientes y acordarnos de que tenemos esos
quehaceres en cola, es casi más extenuante para nuestro organismo que decidirse
y ponerse manos a la obra. Menos tensiones.
Tener el valor de decir 'no'
Hay muchas personas que, ya sea por hacer
sentir bien a los demás, por pena o por miedo al rechazo, acaban con una torre
infinita de tareas que les acarrea un gran cansancio, tanto físico como mental;
pero, tu tiempo, es igual de valioso que el de los demás, por lo que deberías
asegurarte de tener tiempo para ti, tus aficiones y tu familia. Igual de
importante es descansar. A pesar del ritmo de nuestra sociedad actual hay que
hacer también del descanso un hábito saludable.
Guardar rencor
Los sentimientos de rencor y odio consumen
nuestra energía lenta pero incansablemente. De hecho, si no nos libramos de
ellos con los años pueden acabar desencadenando enfermedades, pues no olvidemos
lo importante que es la salud mental. Con ello, hay que ser resueltos, pasar
página y tomar las decisiones pertinentes. Si nos equivocamos, debemos recordar
siempre que nuestros errores forman parte del aprendizaje y cimentan la persona
en la que nos convertimos.
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